Eva, marionetista

 

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“Creerse y no parecerse, allí el detalle”…

H.D

 

 

 

 

 

 

 

    Su nombre, Eva. Mujer de provincia, siempre sonriente, servicial, atenta y melosa (su característica principal). Poseía una larga cabellera de color negro, sus labios siempre iban resaltados de rojo. Voluptuosa y de carnes rígidas. La vida, le había obsequiado tres hijos, dos niñas y un niño, al cual llamó Onoto. Una de las hijas era rubiecita, la otra muy parecida a ella. Todos tan serviciales como su progenitora. Desde hace muchos años se encontraba albergada por la soltería. La vida matrimonial, no le traía gratos recuerdos. De ella, solo conservaba a sus retoños.

        El ímpetu de desarrollo provincial, trajo consigo diversas empresas. Una de ellas, la contrató como secretaria. Junto a ella trabajaba un  grupo grande de personas. Al pasar los días y meses Eva se convirtió en esa empleada infaltable e imprescindible. Todo lo conocía.

        Cada mañana, era la primera en recibir a sus superiores con sus respectivos tés. Se esforzaba porque cada uno estuviese bien atendido. Sobre todo el gerente general. Este, le encomendaba las tareas más importantes y las de mayor privacidad empresarial. Poco a poco, ella se convirtió en sus ojos.

        Sus compañeros la tomaron como líder en la naciente empresa. Un miércoles, mientras descansaba en la zona de almuerzo, escuchó a una de las empleadas de limpieza expresarse en forma burlesca del subgerente administrativo.  Ella, sonrió y partió a sus quehaceres. Al día siguiente, la empleada fue citada a la oficina de recursos humanos, donde le notificaron, que ya no necesitaban de sus servicios.

        Los empleados no concebían, el por qué había sido despedida la compañera de labores domesticas. Siempre fue exaltada por su trabajo. Otra de las empleadas recordó, que ese día Eva, se retiró a sus actividades después del comentario. Discutiendo el asunto llegaron a concluir  que el despido se dio por la burla que esta había realizado. En tono de secretismo, se difundió por  la empresa lo ocurrido y el posterior cuidado de lo que se decía, si se encontraba cerca Eva.

        Eva continúo siendo melosa con los trabajadores.  Se derretía en atenciones para con sus jefes. Transcurrieron varios meses al posterior despido, esta vez fue el señor de seguridad, quien cierta mañana tuvo un breve altercado con Eva por el horario de trabajo. La incomodidad llegó a oídos de la jefa de recursos humanos. 

    Siguiendo la recomendación de uno de los gerentes alternos de la empresa decide estudiar. Se inscribe en la universidad en horario nocturno. Le costó un poco, pero lo logró con ayuda de sus amigos. Un viernes se titula como licenciada en publicidad. Después del acto Eva regresa al trabajo, donde es recibida con una sorpresa por parte de sus compañeros. Celebran su gran logro.  El gerente general le obsequia una cena por alcanzar tal grado de estudios. Su autoestima sube a niveles desproporcionados.

        El desarrollo social y cultural de la provincia pasó de ser limitado a ilimitado. Pequeños edificios comienzaron a adornar la ciudad. Motivado a la inversión extranjera que había logrado el presidente del país.

        A pesar de su carrera universitaria, sigue desempeñándose como secretaria, pero su intromisión  iba más allá. Cuando los gerentes no se encontraban, ella daba órdenes bajo el pretexto de encomienda de su superior. Llegó a subestimar el trabajo de la jefa de recursos humanos. Sus compañeros, ya la trataban con cautela. Gracias a la astucia, prácticamente dirigía  desde su rincón.

        El gerente de inversión social tuvo que ausentarse  unos días de la empresa y no pudo notificar a su superior, pero confió en Eva, la amable y servicial secretaria para que le informara al gerente general. Desde hacia tiempo, este gerente no le caía bien, porque siempre defendía  a cada empleado de limpieza para que no fuese despedido o desmejorado salarialmente. Eva sutilmente siempre lanzaba indirectas para que fuese despedido, pero el desempeño laboral, era tan fuerte e indiscutible, que no fue considerado tal situación. Aprovecha, esta ausencia para planificar su ascenso. Olvida, con propósito dar el reporte de  la ausencia del gerente.

        Se decide en consejo prescindir del gerente, pues su ausencia prolongada notifica que abandonó completamente su cargo. Al quedar la vacante Eva diseña un  nuevo plan. Su preparación académica le motiva a postularse indirectamente como candidata a gerente de inversión social. Sus compañeros de labores, quienes la conocen y saben de lo que puede hacer, no tienen otra opción que lanzar al ruedo la campaña, no autorizada. Pese a sus esfuerzos discretamente inútiles, no es tomada en cuenta y al lugar llega desde la capital Juan, un caballero  preparado y agraciado físicamente.

        Eva, no ve como fracaso el no haber ascendido. Por las noches, no deja de maquinar y soñar con llegar algún día a dirigir aquella empresa. Emplea nuevamente su estrategia de promoción con la ayuda de sus innegables compañeros de labores. De nueva cuenta, se destaca frente al gerente de inversión social, aunque no sea su función y  este posea su secretaria personal. Secretaria, que Eva pisotea a su antojo, pues gracias a ella, logró entrar en la empresa.

        Con el correr de los meses, es un secreto a voces, el romance que tiene Eva con el gerente de inversión social. Algo prohibido en la compañía de acuerdo a sus estatutos.

Dichos estatutos no fueron tomados en cuenta, pues no era una relación oficial. La empresa solo admitía como falta, relaciones valederas y comprobadas.

Con la llegada del invierno, el gerente general comenzó a ausentarse cada día más. Pues la enfermedad que este poseía le impedía trabajar con tesón. Este decide partir un día dejando como encargado a su gerente de inversión social. Juan, pasa a dirigir en su totalidad. 

El romance entre él y Eva se destapa, ya no niegan su amor frente a todos.

Al entrar más fuerte el invierno, se notaron cambios drásticos en la compañía. Eva fue designada de palabra, como gerente alterna (cargo no existente) ante todos.  Los empleados comenzaron a sentir temor. Juan, con toda su preparación académica, se desdoblaba frente a su amada y terminaba actuando de acuerdo a lo que Eva decía.

Muchos fueron trasladados a otros lugares, sin importar, si se violaba la ley laboral. Otros fueron despedidos injustamente. Nadie reclamaba, el poder que había adquirido Eva, era de tal magnitud, que tenía relaciones intangibles con la secretaría de trabajo provincial. Toda acción debía ser notificada con anterioridad a la gerente alterna. De esta, forma logró dirigir (forzadamente) la empresa que le dio la oportunidad de trabajar por primera vez. Todos dentro y fuera de la empresa comenzaron a murmurar que Juan no era más que una marioneta.

Dos años bastaron para que la empresa cerrara técnicamente. La muerte del gerente general contribuyó a que los inversionistas la dejaran en el olvido. Ya no producía como antes. Al realizarse la penúltima auditoria se decidió dejar a 37 empleados  de un total 357. Muchos de los antiguos empleados lograron respeto y  mejores beneficios laborales en otros lugares.

A pesar de la situación, el gerente de inversión social no fue removido del cargo por el momento. Mes a mes se recibió del nivel central, los recursos para el pago de salarios. Eva seguía firme. Al encontrarse a sus ex compañeros por la gran vía, expresaba lo bien que se encontraba la empresa bajo la dirección de Juan y ella. Pero a pesar de ese éxito (inexistente según la realidad), deseaba abrirse camino en otra compañía y así demostrar su magnánima experiencia. Consideraba su currículo como ejemplo laboral. No cualquiera logra pasar de secretaria a gerente.

Un año pasó para que cerrara definitivamente la empresa. En el acta de liquidación se destacan a tres trabajadores de la limpieza, una secretaria  (Eva) y al gerente encargado (Juan), quien fue considerado y trasladado nuevamente a la capital a cumplir funciones administrativas.

 

Héctor DANIEL

 

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